11.19.2006

 

RECUERDOS DE INFANCIA

A LOS QUE NACIERON ANTES DE LOS 70
La verdad es que no sé como hemos podido sobrevivir.
Fuimos la generación de la "espera", nos pasamos nuestra infancia y juventud esperando.
Teníamos que hacer "dos horas de digestión" para no morirnos en el agua, dos horas de siesta para poder descansar, nos dejaban en ayunas toda la mañana del domingo hasta la hora de la comunión, los dolores se curaban esperando.
Mirando atrás, es difícil creer que estemos vivos, nosotros viajábamos en coches sin cinturones de seguridad y sin airbag, hacíamos viajes de 10-12h. con cinco personas en un 600 y no sufríamos el síndrome de la clase turista.
No tuvimos puertas, armarios o frascos de medicinas con tapa a prueba de niños.
Andábamos en bicicleta sin casco, hacíamos auto-stop, más tarde en moto, sin papeles.
Los columpios eran de metal y con esquinas en pico.
Jugábamos a ver quien era el más bestia. Pasábamos horas construyendo carros para bajar por las cuestas y sólo entonces descubríamos que habíamos olvidado los frenos, nos tirabamos a "churro va" y nadie sufrió hernias ni dislocaciones vertebrales.
Salíamos de casa por la mañana, jugábamos todo el día, y sólo volvíamos cuando se encendían las luces de la calle. Nadie podía localizarnos. No había móviles.
Nos rompíamos los huesos y los dientes y no había ninguna ley para castigar a los culpables. Nos abríamos la cabeza jugando a guerra de piedras y no pasaba nada, eran cosa de niños y se curaban con mercromina y unos puntos. Nadie a quién culpar, sólo a nosotros mismos. Tuvimos peleas y nos “esmorramos" unos a otros y aprendimos a superarlo.
Comíamos dulces y bebíamos refrescos, pero no éramos obesos, si acaso alguno era gordo y punto.
Compartimos botellas de refrescos o lo que se pudiera beber y nadie se contagió de nada.
Nos contagiábamos los piojos en el cole y nuestras madres lo arreglaban lavándonos la cabeza con vinagre caliente.
Quedábamos con los amigos y salíamos. O ni siquiera quedábamos, salíamos a la calle y allí nos encontrábamos y jugábamos a las chapas, a coger, al rescate, a la taba...............en fin, tecnología punta.
Ibamos en bici o andando hasta casa de los amigos y llamábamos a la puerta. Imagínense!, sin pedir permiso a los padres, y nosotros solos, allá fuera, en el mundo cruel ¡Sin ningún responsable! ¿Cómo lo conseguimos?.
Hicimos juegos con palos, perdimos mil balones de fútbol. Bebíamos agua directamente del grifo, sin embotellar, y algunos incluso chupaban el grifo.
Ibamos a cazar lagartijas y pájaros con la "escopeta de perdigones", antes de ser mayores de edad y sin adultos, ¡¡DIOS MÍO!!.
En los juegos de la escuela, no todos participaban en los equipos y los que no lo hacían, tuvieron que aprender a lidiar con la decepción.
Algunos estudiantes no eran tan inteligentes como otros y repetían curso... Qué horror, no inventaban exámenes extra!
Veraneábamos durante 3 meses seguidos, y pasábamos horas en la playa sin crema de protección solar ISDIN 15, sin clases de vela, de paddle o de golf, pero sabíamos construir fantásticos castillos de arena con foso y pescar con arpón.
Ligábamos con las chicas persiguiéndolas para tocarles el culo, no en un chat diciendo ": )" ": D" ": P".
Tuvimos libertad, fracaso, éxito y responsabilidad, y aprendimos a crecer con todo ello. No te extrañe que ahora los niños salgan gilipollas.
Si tú eres de los de antes... Enhorabuena!.
Cuenta esto a otros que tuvieron la suerte de crecer como niños. A lo mejor todavía estamos a tiempo de que nuestros hijos crezcan también como niños.

Tu madre lo entenderá mejor.

11.18.2006

 

El compromiso de los ciudadanos con España

Reproduzco un escrito de Amando de Miguel que lei en Libertad Digital y me parece muy importante hacerlo conocer a todos los que siente ESPAÑA y se sienten con orgullo españoles.

Diez razones para votar a derechas: El compromiso de los ciudadanos con España

1. Se abre en España una campaña electoral decisiva, primero a escala local y luego nacional. Es un enfrentamiento a cara de perro. O gana el PP por mayoría absoluta o gana la coalición de todos los demás partidos, singularmente la coalición de nacionalistas y socialistas en sus distintas versiones. Es difícil la indiferencia o la neutralidad ante esas dos opciones tan encontradas y excluyentes. Si gana la coalición de izquierdas y nacionalista se remataría el disparate actual por el que se hace ver que la última guerra civil la ganaron los rojos. Es una mayúscula involución llamada oficialmente "memoria histórica". No será la única degradación del lenguaje.

2. El actual presidente del Gobierno ha acusado al PP de ser la extrema derecha. Es una clara proyección psicológica. El PSOE gobernante se presenta realmente como un partido de extrema izquierda, o mejor, una extraña izquierda radical. De esa forma se alía fácilmente con los nacionalistas o los comunistas y afines allí donde haga falta.
No estamos ya ante la vieja izquierda de las nacionalizaciones de las grandes empresas y el reparto de tierras. Ahora la izquierda radical que nos gobierna en España es la que favorece las pretensiones de los colectivos feministas, ecologistas, fundamentalistas, homosexuales. En el plano internacional destaca el resentimiento contra los Estados Unidos y en general contra la cultura occidental para orientarse hacia las dictaduras y populismos de toda laya. En el plano nacional esa izquierda se entiende muy bien con los nacionalismos secesionistas, incluso con la banda terrorista vasca. Es un extraño Gobierno de España que se desentiende de España.

3. Esa nueva izquierda radical supone, además, una traición al socialismo histórico, a su compromiso en favor de la igualdad. Se percibe, por ejemplo, en la oposición del Gobierno actual a trasvasar el agua de unas cuencas a otras, una vieja propuesta socialista de la época republicana. Aunque el mayor atentado contra la igualdad es el mantenimiento de un sistema de enseñanza que minimiza la calidad y el esfuerzo. De esa forma resultan perjudicados los hogares modestos.

4. Lo anterior puede ser discutible; todo depende de la ideología de cada uno. Pero hay un hecho todavía más palmario. La política del Gobierno socialista supone una traición a los españoles. No otra cosa es la claudicación ante los terroristas vascos. Se repite como caricatura la "negociación para la paz" (el apaciguamiento) de la Conferencia de Munich de 1938. Allí los Gobiernos de Francia y Reino Unidos claudicaron ante los nazis alemanes. El Gobierno español actual no solo se rinde ante los terroristas vascos sino ante el más difuso y cruel terrorismo islámico. No otra cosa es la "alianza de civilizaciones", un remedo del "apaciguamiento" de 1938. Se podría repetir la famosa frase de Winston Churchill, dirigida hacia los aliados que claudicaron ante Hitler en la Conferencia de Munich: "Francia y el Reino Unido tenían que escoger entre la guerra y el deshonor. Han escogido el deshonor. Tendrán la guerra". La frase bien podría aplicarse al PSOE ante el llamado "proceso de paz" con los terroristas vascos o ante la "alianza de civilizaciones" con los islamistas. El Islam es una religión monoteísta emparentado con el Cristianismo, pero el islamismo es hoy una doctrina fanática que favorece el terrorismo y sojuzga a la mujer, entre otras lindezas. Sería una gran hazaña histórica que el Islam rechazara el islamismo.
5. La política negativa de claudicación lleva a que el Gobierno español actual se alíe positivamente con algunos regímenes de dudosa raigambre democrática: Marruecos, Bolivia, Venezuela, Cuba, Turquía. Esa simpatía por el despotismo y el populismo significa que el Gobierno español actual comete una verdadera traición a Occidente.

6. Ante una situación tan grave, son insuficientes las posturas que significan meramente "entender la realidad". Esa es la posición intelectual en la que hasta ahora me he situado. Es menester dar un paso más. Hay que transformar la realidad, con las modestas fuerzas de cada uno. Nos encontramos en un momento de emergencia nacional parecido al de 1808. Nos espera un movido bicentenario de lo que propiamente se llamó Guerra de la Independencia.

7. Las próximas elecciones municipales van a ser tan decisivas como las de 1931, en las que se dio paso, no ya a un cambio de Gobierno sino de régimen político. La gran diferencia es que ahora, por fortuna, estamos en un país urbano y próspero. Pero, al igual que en 1931 o en 1808, la situación actual es la de una amenaza de descoyuntamiento de la nación. España no debe reducirse a ser lo que quede después de que algunas regiones hayan decidido desgajarse del tronco común sin que se nos pida la opinión al pueblo español. Lo pésimo es que en algún caso esa decisión la tome una banda terrorista.
Me refiero al descoyuntamiento de la nación española como una metáfora organicista. También se puede decir desmembramiento. Se parte de la noción de la nación como un ser vivo. Si se acepta la imagen alternativa de la nación como una construcción histórica, debida al esfuerzo de muchas generaciones de españoles, sería mejor hablar ahora de demolición o de disolución de España. Sea cual sea la metáfora, el hecho estremece.

8. Por el momento la ideología dominante en la mayor parte de España es la de izquierdas. Su éxito mayor es paradójico: consiste en fomentar la despolitización de una parte de los españoles, cuidadosamente desinformados. Las personas desinformadas tienden a creer que "todos los políticos son iguales", en el sentido de que son igualmente mendaces o corruptos. No es así, desde luego. Por lo mismo hay muchos españoles de toda condición que mantienen algunos valores que no son los de ganar dinero y divertirse por encima de todo.
Paradójicamente, la desinformación de una gran parte del electorado aporta votos a la izquierda. Muchos de los que se desinteresan de la política forman una especie de ejército de reserva para ser movilizados únicamente en el día de las elecciones con viscerales eslóganes. Por ejemplo: "no a la guerra" o "la derecha es el fascismo asesino". Incluso se promueven gritos positivos en favor de la "paz", el "progreso" o la "memoria histórica". Esa calculadísima estrategia electoral hace necesario que la coalición nacionalista-socialista ponga un especial cuidado en el control de los medios de comunicación, que son, por tanto, de confusión. Es fácil ese control de los contenidos de los medios, pues el grueso de los empresarios del sector y más aún de los periodistas son afines al nacionalismo o a la izquierda radical.

Concluyen las "razones para votar a derechas". Se fuerza un poco la lista para que cumpla el formato prometido de decálogo, pero podría extenderse mucho más. Sobre todo porque voy a añadir muchas de las enmiendas aportadas por los libertarios más decidores.
Una parte de los españoles mínimamente politizados se sienten atraídos por el supremo valor de la izquierda: la tendencia al crecimiento del gasto público. Naturalmente, tal despropósito no se vende así sino como la pretensión de que muchos servicios públicos sean gratuitos. Pero, si bien se mira, nada es gratis en esta vida, con la excepción de la ayuda del ángel de la guarda como mensajeros de la corte celestial. La aparente gratitud se alcanza a costa de los contribuyentes. En la práctica eso quiere decir que el coste recae sobre los contribuyentes modestos. Es sabido que los ricos pueden organizarse para pagar legalmente menos impuestos. La insensibilidad ante el gasto público por parte de los contribuyentes es un rasgo muy característico de la izquierda. Esa insensibilidad, cuando se extrema, facilita la corrupción. Una ministra afirmó recientemente que "el dinero público no es de nadie". La verdad es la contraria: el dinero público es de todos.
La idea de que los dineros públicos son del común se percibe mejor en la escala local. Ahí es donde se muestra palpablemente la eficiencia o el derroche del gasto público. Por eso se impone la necesidad de que los ediles sepan gestionar bien el presupuesto municipal. Para lo cual se requieren políticos con experiencia de gestión empresarial o en puestos profesionales. Pero resulta que en la izquierda destacan los políticos que han hecho su carrera exclusivamente en los aparatos políticos. Es decir, esos políticos exclusivamente de partido no han visto un balance en su vida ni sabrían qué hacer en un despacho profesional. Para ellos el coche oficial es cuestión de vida o muerte.
Ahora bien, no basta con una gran capacidad de gestión. Esa cualidad haría eficientes a los que nos gobiernan, pero se impone avanzar un punto más: Los gobernantes han de ser legítimos. Es decir, los ciudadanos deben confiar en los que mandan. Para ello es necesario que se implante la veracidad como categoría política fundamental. No basta con castigar la mentira. Mentir es vicio mínimo y general. Hay que proscribir el engaño sistemático como estilo de gobernar. Es el que caracteriza al Gobierno actual. El engaño consiste en dar a la mentira apariencia de verdad valiéndose de una posición de poder o de alguna otra ventaja. Una democracia sana no consiste solo en libertad de expresión más elecciones regulares. Para que un Gobierno sea legítimo debe renunciar al engaño como arma política. Por ejemplo, no sabemos si el Partido Socialista estuvo detrás del ominoso atentado del 11 de marzo de 2004. Solo sabemos que el Gobierno actual se benefició de ese triste suceso y que no desea investigarlo.

9. Así llegamos a la tacha verdaderamente distintiva de la izquierda: el engaño a través de la deliberada confusión de las palabras. La claudicación ante los terroristas se muestra como "paz", el desprecio por la libertad se disfraza de "progreso", la rendición ante el Islam se vende como "alianza de civilizaciones".
Incluso una palabra que parece tan encomiástica como "ciudadanos" y sus derivados merece algunas cautelas. No estaría mal alternarla con otras: "contribuyentes, pueblo, vecinos, habitantes". La palabra "ciudadanos", tomada literalmente, excluye a los extranjeros, que en muchas ciudades (como es el caso de Collado Villalba donde estoy empadronado) supone la cuarta parte de la población y es la más desasistida. No quiero pensar que, para el conjunto de España, se hable de "ciudadanía" para evitar la palabra "españoles". Entiendo, además, que son españoles todos los que viven en España. Naturalmente, se añaden los españoles que residen en otros países y así se consideran. Reservemos la hermosa palabra de "ciudadanos" (lástima que ya no podamos decir "burgueses") para los habitantes en cuanto titulares de derechos y obligaciones respecto a la cosa pública. El principal derecho, la obligación primordial, es algo tan simple como el compromiso con España. Es la síntesis de todo lo anterior y es lo que hace que los ciudadanos recobren ese hermoso título.

10. En la exposición de los puntos anteriores no hay ninguna pretensión de originalidad. Antes bien, espero que se repita el mínimo suceso que he observado tantas veces. Alguien se acerca, me saluda cordialmente y me dice: "Lo que usted dice es lo que yo pienso". Me siento orgulloso de esa sintonía de opiniones, sentimientos y convicciones que mantengo con tantas personas. Las opiniones serán discutibles, pero los sentimientos y convicciones se hallan en la misma raíz de la conciencia. Me gustaría que esa sensación de comulgar con las mismas ideas se tradujera en el compromiso de participar en la misma acción política. Dicho queda.

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